Era como una princesa, dulce, hermosa, soñadora...
Moraba en una mansión cual castillo rodeada de lujos, Jamás salía sola, ni hablaba con extraños, no solía ir a ningún tipo de reuniones con amigos a los que sus padres no aprobaran.
Como toda una princesa bien portada, aguardaba pacientemente la llegada de su amado.
Aunque ya tenía 19 años, sus padres la cuidaban demasiado, púes para ellos era su niña, su princesa.
Sin embargo, aunque la princesa lo tenía todo, a veces la tristeza se apoderaba de ella, se sentía sola, tenía la necesidad de ser amada.
Imaginaba encontrar al joven apuesto, que le robara el corazón y le sacara de ese encierro.
En ocasiones soñaba con noches llenas de pasión , su corazón palpitaba de prisa, sentía desde su interior un calor inmenso que la invadía, entonces, se despojaba de sus ropas e iba hacía la ventana y ahí tras las cortinas translucidas de sus habitaciones observaba hacía el exterior del castillo, buscaba a cualquier hombre que pasara, y le hiciera liberar su deseo.
Sin embargo, ocultaba esos sueños perturbantes , pues no eran dignos de una señorita.
Cierto día, Daniela amiga de la princesa, la invito a una cena, que sus padres ofrecerian en su casa, la intención era que conociera a su hermano, el cual había confesado a su admiración por Mirna, ella acepto, pero debía contar con el permiso de sus padres,
los, cuales accedieron, ya que desde un principio estaban de acuerdo con la amistad que Mirna tenía con Daniela, por que ésta pertenecía a una buena familia. -Decían.
El día de la fiesta la princesa se sentía emocionada, era a la primera fiesta que asistiría sin sus padres, quería verse hermosa, púes conocería quizá a su príncipe.
Se dispuso a arreglarse para salir, sono el timbre, el reloj marcaba las 8 hrs. en punto, su madre abrió la puerta, era Eduardo, que había quedado de pasar por ella, llegaba puntual, justo como lo habían acordado.
Ella bajo de sus habitaciones, se veía esplendorosa, a el príncipe Eduardo se le ilumino la mirada, al verla, y con una enorme sonrrisa, se presento -Hola soy Eduardo. -Extendió su mano, y tras una reverencia tomó la mano de Mirna y la beso.
La princesa, llena de emoción y nerviosismo, solo respondio
-Tanto gusto, soy Mirna, Dani me a hablado mucho de ti. -El gusto es mío, la verdad que mi hermana, se ha quedado corta por que eres hermosa, si me permites decirlo, luces como toda una princesa.
-Nos vamos? Pregunto el príncipe. -Se despidieron de la madre de Mirna y salieron, abordando el hermoso y reluciente corcel 2010 que se encontraba estacionado frente a la puerta del castillo.
Por fin arribaron al castillo del príncipe, en donde se ofrecía la cena de gala, el lugar estaba lleno de personas elegantemente vestidas, Daniela salio al encuentro de su amiga y su hermano y los condujo hacía donde se encontraban los reyes para, hacer las presentaciones, los reyes quedaron encantados con la chica, la velada era bastante agradable, todos los jóvenes que ahí se encontraban se dispusieron a disfrutar de la fiesta, todos estaban contentos, pero la princesa, que no estaba acostumbrada a las multitudes, se sintió un poco incomoda, y aprovecho que Eduardo se distrajo un momento, para salir a los jardines del castillo y tomar un poco de aire fresco, ahí, se sintio tranquila, entonces se puso a meditar.-No cabía duda, Eduardo le había causado una muy buena impresión, sin embargo, tenía cierta duda de que se tratara de su príncipe, púes era muy agradable, caballeroso, guapo, pero, estando frente a él, no sentía mariposas en el estomago, como se supone que sentiría cuando encontrara al amor de su vida, esa duda comenzo a agobiarla
De pronto, sintió detrás de ella una presencia, podía sentir la respiración de aquella persona en su cuello, sorprendida volteo, era el padre del príncipe Eduardo, sí!!, era el mismísimo rey!!, quién sin preámbulos la tomo delicadamente acercandola hacía él, la princesa sintió como su respiración se hacía cada vez más profunda, lo miro a los ojos, sintió como el latir de su corazón se desbocaba, no puso ninguna resistencia y se dejo besar por el rey.
Tras ese beso, el rey tomo delicadamente la mano de Mirna y la condujo a una de las alcobas del castillo, a la cuál entraron silenciosamente, mientras el rey aseguraba la puerta, Un calor perturbante invadió a la princesa, el rey fue hasta ella y acerco sus labios a los de ella.
Por un momento, Mirna pensó que hacía mal, que no era lo correcto, cómo? si era el padre del hombre que se supone la pretendía. sin embargo, se dejaba llevar por el rey no podría negarse la oportunidad de sentir lo que estaba sintiendo, sus entrañas palpitaban y en su vientre se anidaba deliciosas sensaciones que poco a poco se expandía por todo su cuerpo.
No hicieron falta las palabras, solo se dejaban llevar por el delirante deseo, el rey rompió el silencio -Que hermosa eres -Dijo
Ups, pero que calor hace -Dijo Mirna queriendo controlar su enorme excitación.
El rey se dio cuenta de su nerviosismo y como todo un caballero le ofreció algo de beber.
La princesa tomo la copa y bebió el vino que contenía, el rey la miraba con fascinación, le deseaba tanto que no lo podía creer.
La beso con delicadeza, la princesa podía sentir por encima de sus ropas como el miembro del rey aumentaba su tamaño, y crecía en ella aún más el deseo de ser invadida por él.
El rey comenzó a despojarla de sus ropas, la tomo en sus brazos y la dispuso en la cama, para saciar sus ardientes deseos, la princesa se estremecía con cada movimiento, con cada caricia, él, se deleitaba con el roce suave de sus cuerpo.
Mirna disfrutaba del placer de sentirse inducida a algo prohibido.
El rey besaba sus senos turgentes, sus pezones se tornaban duros, como si les urgiera ser invadidos por su lengua, por fin el se dedico a mordisquearlos, los succionaba como si de ellos extrajera un néctar exquisito, ella le correspondía acariciando y aferrándose a sus espaldas, podía intuir como su sexo se lubricaba.
El rey complacido acariciaba sus nalgas poco apoco fue bajando, hasta llegar a su sexo, con su lengua disfrutaba de su sabor y su textura, la princesa no podía creer el placer que esto le provocaba, y sin darse cuenta, de pronto se vio suplicándole al rey que la penetrara, que la hiciera suya.
Pero el rey como todo buen amante, postergaba el clímax, permanecía atento de cada necesidad, de cada sensacion que experimentara la princesa, pues era un hombre cuya experiencia le daba el control del momento, sabía disfrutar y hacer disfrutar, claro!! era la total experiencia y sabiduría del rey.
Cuando sintio que el momento había llegado , se puso encima de ella y delicadamente separo sus piernas, acaricio su vulva, y lentamente introdujo su pulgar, estaba tan mojada, así que la penetro muy despacio, la princesa dió un grito, sintió una corriente electrica que le recorria todo su cuerpo, y le producía una rara sensacion de dolor y placer al mismo tiempo, -Que delicia, podría coplacerlo una y otra vez -Dijo Mirna, las palabras de la princesa, le produjeron un placer desbordante al rey.
Los movimientos de el rey se fueron acelerando, las embestidas se hacían incontrolables, en esos momentos compartieron un orgasmo que los llevo a la cima del placer, agotados se tendieron en la cama, se besaron y se vistieron sin prisa.
La princesa aferrada a él, pregunto si se volverían a ver, el rey no respondió, solo la beso apasionadamente.
Salieron de la alcoba, regresaron al salón y tras una mirada cómplice, partieron cada uno por su lado perdiendose entre la gente.